Memoria e imaginación


Por Rolando Pérez

somos al comienzo todavía forma donde se impone la materia
un espacio de refracción luminosa el tronco
una mano en tensión
sólo una mano todo el gesto
la histórica figura en plano general
superficie y volumen
las leyes de toda vida
toda belleza
y amamos las cabezas inclinadas
tectónicas
las miradas
somos todavía el cuerpo erguido
la avanzada pélvica
vanguardia los pechos en bronce
con ánimo decidido y fértil
como un gigante corvo desenvaina el sable
para entablar la obra de la simpleza
la cadencia ornamentada de la muerte
y de a poco
en un salto de página
estaremos desnudos
estirados elásticos los miembros consumidos
apenas el hueso espiritual en escala

las nubes  sobre la punta de las altas tipas
a la entrada del parque
gris en la tarde ventosa
con pasos acotados
no decimos en palabras más que glosas
al trinar de los espectros naturales
lo dicho
en el secreto del repliegue
lo apenas insinuado
en la postura
como las sombras de Lembruk
nos dilatamos a lo largo del reflejo en la madera
un milagro de Marini
sin embargo la abstracción cercana
anuncia con fulgores
de cónicas especies
la tormenta

"Enamórense y serán dichosos"
una talla en madera pintada
el fondo negro
las partes de sobresalto en marrón leche
donde se ven los rostros
de mujeres desnudos los pechos
el brazo en clemencia agarrotado
el puño alarido
con las manos en la suave opacidad de los aullidos
un hombre muerto
su dedo
muerto como los tallos
y manos por los años adelante clavadas
en los ojos el efecto
ya museo antes que nada
privados los campos del sentimiento
que el inicio arropó en el aire
siempre flamígero
de la emoción

la plaza salpicada de basura de palomas de gorriones
somos en verano una promesa de sangre
para el sexo en adelanto
pasa entonces arrastrando los zapatos y la bolsa
una vieja
“no hay apuro” ella dice
hay momentos para nuestro repertorio
de recuerdos imágenes y disparates:
se tuerce una rosa de alba un mosquito
una sombra y el agua violentando
el silencio
silencio

vemos primitivo el manto
africanas la nariz y el mentón y los rasgos
de los ojos en las nubes
o atareados los brazos sobre un triángulo por cara
o desnudo el miembro tallado
en el abrazo que alisa las zonas del disturbio
la línea meridional de nuestro plácido dibujo
“hace tiempo” ella dice
“hace tiempo”

la base está comida por el moho
y la bacteria en el tramo
una cabeza sola
recostados los dientes sobre un borde
somos ahora la sola cabeza
musa dormida
tiempo pasa en brotes
como si salvando de Brancusi
la puerta del beso
dejásemos aquí la admiración por el espacio
tiempo tiempo
silencio en el tiempo
ella es así
en su opinión el infinito
es verdadera forma
así el pájaro en el hueco firmamento
o una columna inextinguible
un bronce pulido hacia el reflejo
hacia nosotros en el reflejo

una guitarra de papel de tela de óleo
sonamos como eso en conjunto
ella dice
“sonamos sólo para ser queridos”
y las puntas más negras de las altísimas tipas negras
recortan con la llegada de los primeros resplandores
la tormenta
nosotros seguimos en el banco
esperando quizá la expulsión del agua
otra tortura sumada a su pollera que alisan
en paralelo movimiento
sus manos sus uñas nacaradas
un mantel de comida memorable
¡si estuviéramos en las mismas emociones!
tiempo
me angustio en su tiempo
“así somos” dice ella
mientras yo repaso los objetos
para aumentar el cúmulo incesante de un reencuentro
imposible soy el cuerpo descubierto
en una calle de Paris
un ready-made para montar una rueda
el mingitorio el gran espejo de Mutt la fuente
ciento cincuenta y dos dados de mármol
en la forma azucarada
soy una placa de cristal rotativa
girando enloquecida al eje de su metal
soy el que mirando a un metro de distancia
formaría un solo círculo
con ella
si pudiera
o si supiera

¡de qué altura la primera de las gotas ha de caer
sobre su pelo o su pollera
que ambas manos alisando se entretienen
el agua
está acordada a separarnos!
ya el vapor ascendido del mar
ya anexado a su molécula volátil
en la generación de calor la combustión
la química secuaz de la Fortuna
insensible impía y rigurosa
ha recusado mi esperanza
mi cara de listo de letargo de condena
en su campana despedida
mi taza vacía
sus cinco dedos
mi espíritu de asas
su constancia en los ojos
mi agonía
yo repaso los objetos
y yo objeto en el repaso en el recuento ahora
esfera suspendida de su pulso
yo una caja de juegos con faltantes
una pipa de cerámica
un sol de trapo
una estancia abandonada por el gozo
indefenso de sus ecos

los pasos de brisa en los papeles arrastrados
se anuncia la descarga
un atisbo apresurado el condenado esfuerzo
y habrá que levantarse
tomar uno a uno los trastos
los abrigos apoyados en las ramas
corren los gatos en el aire inquieto
un periódico se vuela en dispersos suplementos
tiempo en ella
el tiempo de mi arena cae cierto

debo asimilarme pienso a una pieza de hierro
una idea
una fuerza tan inmutable como una cosa cualquiera
aquel cactus de latón
un rojo sistema de arlequines
mis entrañas
un coloquio de profetas que discuten
me asimilo abismándome a la vida del metal
y siento amartillado
los inicios del dolor
enmudecidos
Oh el ángel compasivo me sostiene
y corre ferroso en el glóbulo en la sangre
se diluyen las ansias de una carne falaz
soy la cosa la estructura
maravilla monstruosa soy
la morada del acero

tiempo ella se lanza sobre el tiempo
“así quedamos” dice
y lo dice en el momento cuando volvemos
otra vez el comienzo
la materia en la forma del tiempo
lumínicas refracciones espejadas
ella cabeza de toro sin facciones
la mera línea ella
una balanza de hielo equilibrada
un vaciado de yeso
un temple relieve de madera pintada
la mujer de hormigón labrada en su anchura
yo escultor en el ángulo opuesto
de su masa grave
su volumen esparciendo las motas del aire espeso
plena de rechazo encabritado
yo en pose de busto
hundido en la blandura de un contacto
bosque de siete cabezas inmutables
abstraído ensimismado
el universo detenido
“tiempo” ella dice

pero no hay tiempo
nada se mueve
secos los ríos que son las vidas
que no aman
a morir se van


Ilustración: Martín Vega


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