Crónicas napolitanas
Por Gustavo Calandra
XIX
“Por cuatro días locos que vamos a vivir…”
Apago la música un rato para oír graznar a las
gaviotas cada vez más cerca. Cercano. Le spiaggie
abandonadas dejaron de ser fuente de restos alimenticios. Quindi se
avecinan a los contenedores que separan las dos piazzetines, comienzo,
lado destro y d’ espaldas al lungomare, de la barriada Miracoli.
Allí se disputan sobras y sobrevuelan cercando
nuestros balcones… CUIDADO!!!
Casi se mete una. Sería un problema con
Chicha. No creo que puedan cohabitar. Ya con los moscones tenemos de sobra.
Mejor cierro finestra.
Espía. Cuatro mil millones de personas
encerradas y no sé cuántos muertos en Facebook.
¿De qué manera evitar al rey de los virus?
No sorprende, aunque mucho no se dice, que en
el Sud, al Mediodía, sobre todo en zonas medio rurales, haya pocos infectados,
dada la lejanía de zonas contaminantes, a diferencia del norte industrial donde
las vías respiratorias, entre otro distritos del cuerpo, están muy perjudicadas.
“Toma el tren hacia el sur, allí te irá bien.”
El Tandilero, Eze, y su compañera llegaron a
Calabria y durante dos semanas no pueden salir alla porta. Los vecinos
les dejan paquetes con los frutos de sus huertas, tan puros como el caracol que
anida en esa hoja de lechuga. En Vico
Tessitori regalan pastas, salsas, quesos, pan, agua, un huevo de Pascua para
quien no puoi prendere.
En quattro
giornate también uno puede liberarse del opresor.
XX
Parece una
película.
Poco a poco el Mezzogiorno
se enciende. Benvenuti al sud. El servicio meteorológico aumenta las
cifras: anuncia subas en la temperatura. También anuncian un meteorito para fin
de abril.
Kiss Kiss Napoli. Accendi la città.
Me cebo los últimos mates para mí. Relojeo la finestra
indiscreta.
¿Inventarán el barbijo matero?
¿Se utilizará la frase “ahora venís y das la
mediacara”?
O, “¿qué, tengo mediacara de tonto yo?”
¿Es el fin de la boca en público? ¿El turno de
caracortada?
Tiempo muerto. La historia sin fin. Pensemos
pavadas. Para algunos, psicosis. Otros romantizan el fin del mundo. Quieren
estar convencidos que son testigos del apocalipsis now.
Parte el Apolo XIII de Alberto, en viaje
épico-argento, a buscar insumos médicos, al Lejano Oriente, con el peligro que
en alguna parada te sarpen otros países. Parece una misión imposible. Y ayer
nomás era un mundo feliz.
Hasta se incendia Chernóbil y amenaza con otra
tragedia global. Tiempos violentos.
¡Hace calor! Entonces
se derriten los hielos eternos y aflora olor a mamut en descomposición y pinta
que hace mal. No es bisogno un sexto sentido pa mangiarla como fea.
El mundo está loco, loco, loco.
Con un día así sudaré a mares comiendo gnocchi del 29. Gladiador de la buona fortuna. Pondré el billete bajo el
plato caldo para convocar la abundancia y lo tomaré luego de vaciarlo.
Mejor me apuro. A ver
si se hunde el Titanic.
El 29, dicen, cae el
meteorito.
Como siempre excelente Cala! Un gusto leerlo. Me fascina pensar a qué olerá un mamut en descomposición!
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