Crónicas napolitanas


Por Gustavo Calandra

XVI
histéresis. (Fìs.) Tendencia de un material a conservar una de sus propiedades, en ausencia del estímulo que la ha generado.

 Cuando se siembran en el campo semántico palabras como “guerra”, “enemigo”, “campo de batalla” para hablar sobre la pandemia, se corre un riesgo importante porque la cosecha será un léxico militar.
 Allora regresamos del paseo diario con Chicha –siempre utilizando caminos diferentes de acceso a las plazas para evitar la “recomendación” vigilante– con alguna busta de compras. Antes de entrar dejo fuera el “uniforme de combate”: ropa y calzado que utilizo para salir que si no paseo por il palazzo.
 Indosso abiti sportivi cuando estoy en mi “trinchera”. Me pongo la piel azul y amarilla de Atlanta o la celeste di Napoli. Divento un jugador solitario en la concentración previa a un partido que nunca se jugará. O forse… forza.
 Mi faccio un feca. Más por el olor y el vaporcito de vidrios empañados que por beberme otro. Pequeños rituales del encierro. Luego abriré la ventana y compartiré la nostalgia del bar a los vecinos.
 Entra una mosca. En cuanto Chicha la vea, se alarmará y, posiblemente, se esconda bajo alguna cama, arrinconada por un terror absurdo, secuela de un pasado encuentro, poco fortuito, con un moscón, que hacía horas parecía pegado a una pared blanca y que, al contacto de un hocico húmedo, bate sus alas y patas, zumbando a la vez con un megáfono y generando un miedo irracional. Cazzo! Echemos al nemico. Dame un repasador.
 (Para la adaptación al trasportín canino donde viajaría Chicha en el avión, recomendaban darle de comer dentro y hacerla dormir allí por las noches. Durante meses debíamos entrenar pavlovianamente hasta la costumbre. Sin embargo, mayor eficaz proceso de disciplinamiento fue hacer entrar un moscardón feo: el miedo hizo el resto y la arrinconó.)
 ¿Cómo se sigue después de esto? ¿Qué viene luego de la cuarentena?
 Preoccupa la narrativa bellica.
La nota de tapa del portal de noticias Avvenire dice: I militari per strada: il vero rischio è che poi ci restino. (aplíquese en cualquier idioma y lugar)
¿El riesgo? Que los brazos represivos de los Estados devengan pulpos y ocupen espacios públicos, invadan zonas, purtroppo (conector negativo) debilitando a las organizaciones sociales y vecinales.
¿Cuál será la “herida de guerra” de los pueblos?

XVII
 Chi comanda l’ Italia? Il Popolo!
 Grida un oyente. Hacía unos minutos el locutor de Kiss Kiss Napoli se la bajaba de pecho en el área chica: …il Popolo è stato molto bravo…y los políticos?
 Pausa publicitaria:
-è bella! …è bella! …è bella! –dice ella emocionada.
-Ma che cosa? –averigua él un poco preocupado.
-… è grande! …è grande! …è grande!
-Ma che cosa!?
-…è bella …è grande!!!
-Ma coooooosa!?
-Corona: la nuova carta igienica. ¿Non ci credi? Comprala!
 Han diezmado la programación de la radio, de todas las radios. Mitad del tiempo, cada estación solo pasa música. Noticias con largos intervalos. Pocos locutores dal vivo.
 Han hecho una canción de “Tutto andrà bene” o existía y yo desconocía su existencia.
 “Restate a casa. Noi restiamo accesi.
 Ya no queda gente que cante, baile o entone las estrofas del himno nacional. Uno entonces piensa que tal vez sea un momento propicio para inventar la asamblea interbalcónica, para charlar por qué sucede todo esto.
 Y por qué no, a la bandera de “Tutto andrà bene” agregarle un “come?

XVIII
  Si se detienen los engranajes de la narración por la falta de movimiento, uno, entre otras sceltas puede convertirse en el personaje de una nueva trama y así lograr que no se detenga el Relato.
 En esta ciudad ausente soy el gaucho invisible. Deambulo vericuetos. Recorro los márgenes.
 Fugitivo, con un pie siempre fuera de la celda simbólica, y la etiqueta despegada, regreso a Piazza Cavour. Nel centro, frente a otra chiesa grigia, Santa Maria delle Grazie y algo, c’ è un posto donde venden puchos y podés tomarte un copete al paso. Bajo esa barra ahora abandonada han amontonado unos macetones que en otros tiempos cuidaban dos empleadas y el padrone. Las plantas, olvidadas de la mano de Dios y del hombre, agonizan en silenciosa sequedad. Por eso llevo conmigo una botella de plástico con agua y, per inciso, pan duro, pedacitos de rancios cornetos, restos de frutas maduras con el fin de alimentar a palomas piccioni loritos, uccelli y hasta ratas noctámbulas, cual Noé della arrabalera Sanità reclutando especies para huir en un 1114 ante el inminente chaparrón celestial.  
 Oí por ahí que narrar es darle vida a una estatua, es hacer vivir a quien tiene miedo de vivir.
 Once campanadas hieren la mudez de la avenida Via Foria. Un bondi vacío ferma di fronte. No sube nadie. Tampoco bajan. Comunidad de mascherines incomunicades y armonía de la Naturaleza.
 En algunas patologías, el paciente imagina que todo lo que sucede a su alrededor es una proyección de su personalidad. Excluye de su experiencia a las personas reales y el mundo deviene una extensión de sí mismo.
 Da quanta pluma, ne prendo una. Dopoil vuelo.

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