Vida de Carlos Marx





Marx es acusado en la adolescencia de excesivo gusto por el barroquismo y la metáfora. En una carta (1835) la madre le aconseja la limpieza y el orden de su habitación, y que se lave semanalmente con esponja y jabón: “por lo más bajo se alcanza lo superior y lo mejor”, le escribe.
Parece que según Engels Marx es “sobre todo” un político. “Yo desde luego, no soy marxista” parece que dice Marx. Con el nacimiento de sus hijas Marx se lamenta de que no sean varones. Tiene un hijo varón que muere pronto y otro natural del que se desentiende, hijo de su ama de llaves. Le endosan la paternidad a Engels. Según se dice Marx y esposa son muy burgueses en estos asuntos domésticos. Guardan las apariencias. La mujer le dice todos los días a Marx que desearía yacer en una tumba con sus hijos. Parece que Marx sufre insomnio, irritabilidad, cólera, fluctuaciones anímicas, y una “tendencia a criticarlo todo”. Sostiene discusiones agrias, es cruel y grosero; desconfía a veces de sus amigos, suele despacharles juicios injustos duros e hirientes. Inflamación en los ojos, dolores de cabeza y neuralgias. Sufre del hígado y gusta de un menú no pertinente para mitigar su patología: pescados ahumados, caviar, pepinillos en vinagre. Le da al vino los licores y la cerveza, que parece se la prohíben muchas veces. Fumador empedernido de cigarros de mala calidad. A veces no puede salir de su casa porque ha empeñado la ropa. 1851, un amigo declara que Marx vive como un ermitaño; se recluye por entonces a estudiar en el Museo Británico. “Cuando alguien lo visita es recibido no con cumplidos sino con categorías económicas”. Ese año le escribe a Engels que está a gusto con el aislamiento en el que se encuentran ambos. Respuesta del amigo: “no necesitamos la popularidad ni el soporte del partido de ningún país”. “¿Cómo personas como nosotros, que huyen de la hipocresía como si fuera la peste, podrían militar en un ‘partido’? ¿Qué nos importa a nosotros, que despreciamos la popularidad, que si nos equivocamos somos nosotros mismos, qué nos importará, repito, un ‘partido’, es decir una pandilla de asnos, que vota por nosotros porque nos creen iguales a ellos?”. Parece que destruyen cartas de Marx hablando mal de su mecenas, es decir de Engels. Dice Marx el 5 de marzo de 1852 que él no descubre ni la existencia de las clases ni la lucha entre ellas, sino que la existencia de las clases va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado, y que esta dictadura es el tránsito hacia la abolición de todas las clases, hacia una sociedad sin clases. Un pequeñoburgués –anota Marx– es un ser dividido, contradictorio en todo, una contradicción viviente. Pone por caso a Proudhon, al que juzga dotado naturalmente para la dialéctica, pero no para la verdadera dialéctica científica, sino para la sofística. Curiosamente, sin embargo, acusa al mismo en Miseria de la filosofía de platonista, es decir de convertir a las categorías económicas en ideas existentes desde siempre. Proudhon en su diario declara que Marx a veces lo interpretaba o comprendía mal a propósito. Y además lo acusa de plagio. Acusaciones de plagio a Marx le llueven y él también las hace llover a los otros. Anarquistas, socialistas, y demás enemigos del palo. Alguien dice de él que exige una sumisión personal a la que jamás se prestará –el que lo dice. Se trata de Moses Hess. Testimonio de Paul Annenkow: enérgico, firme y de seguridad inquebrantable; melena negra y abundante, manos velludas, americana cruzada. Tiene el derecho y el poder de exigir atención. Movimientos torpes pero resueltos y firmes. Modales opuestos a todas las normas sociales: orgullosos y con una pizca de desdén. Voz cortante y dura como el metal, habla siempre en tono imperativo, convencido de que su misión es dominar los espíritus y prescribirles normas de conducta. La encarnación de un dictador democrático. A Marx le preocupa distribuir el tiempo avaramente entre las pequeñas y grandes preocupaciones y fatigas de la vida cotidiana. “La emancipación del alemán es la emancipación del hombre –escribe Marx–; su cabeza es la filosofía, su corazón el proletariado. La filosofía no se realizará si no se subleva el proletariado, y éste no se sublevará si no se realiza la filosofía.” Testimonio de Ruge: “Lee cuanto puede, trabaja con extraordinaria intensidad, y tiene un talento tan crítico que a veces degenera en arrogancia. No finaliza sus trabajos, los interrumpe siempre para precipitarse en un océano de libros”. Marx, dice el biógrafo, no copia de Engels el tono despreciativo hacia los judíos; es al revés. Lo considera una manifestación típica del odio a sí mismo. Dice que Marx le da más a la sociedad de lo que recibe de ella. “Los médicos afirman que en los enfermos de hígado se da una hiperactividad espiritual”, sostiene Werner Blumenberg. Jamás pudo mantener dignamente a su familia.

(Werner Blumenberg, Marx, Salvat, BCN, 1985)


Foto: Fabio Crisanti

Comentarios

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  2. Blumenberg habla en esa última cita como un iniciado en la Medicina Tradicional China.

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