Caña con rudos


Por Gustavo Calandra

                                                   

Neuquén, aeropuerto. 15 p m. Muy fácil entrar. 0 cacheo. ¿Cómo no me traje ni un par de churros aunque sea? Me esperan 7 horas de espera. Un guacho con las uñas pintadas de negro que leía en el avión La conjura de los necios, se toma el bondi conmigo. Me cuenta que se trajo medio25sinmiedo picado y pegado con cinta en le palle. Le llamó la atención que yo leyera el ladrillo de Chandler y sus relatos policiales. Me siento a su lado y me siento medio logi. Casi como un reconocimiento de su coraje le garpé con la SUBE. La mitad del vuelo son mochichetxs que combinan con el ALBUS para llegar a Junín de los Andes y de ahí al Parque Lanín. Dimmi con quién andes. Supongo que por el rollo del hantavirus en Chubut se producirá una gran concentración en esa zona. Cerrado el Parque Los Alerces. Cerrado Epuyén y Puerto Patriada. Y yo que sigo hasta el Parque Central mentre muchxs bajan y ya confraternizan. Ya pegan onda. La onda es el acampe y el jogón. Con otro bus llego a la Costanera. Río Limay. ¿Cómo no vinimos la otra vez? Una escapada a Zanon la fábrica sin patrones y no nos animamos a llegar al paseo. La gente flipa se baña en el agua fresca. Para mí una Stella fría y un tostado de crudo y queso. ¡Qué lindo hubiese sido una birrita en el río con vos! Hay –había entonces– un transporte urbano que cada mezza hora te deja. Ida y vuelta al centro. No todxs lo saben. Una chica que abita a Málaga y pasea con su hija me consulta y me habla. Primer contacto humano en tierra patagónica. Luego una perrita petisona me vendría a saludar. Golpe de suerte. Tú chi sei. En el último bar me cruzo con “El bostero” y se me cruza una deuda pendiente que quizás ya caducó. Una Imperial en Maragato y arranco.
00.40 una hora de demora. Me despide un perrote nero que no puedo dejar de acariciar. Su olor me acompañará en la palma oscurecida.

04.00 Piedra del Águila. Tuve que bajar a lavarme las manos en el ñoba de una Terminal bastante lujosa. Frío de las estepas. Vaya a saber uno qué hay detrás de esas formaciones que parecen cioccolata. Siempre que pasé solo vi esa cara del paisaje. Digo siempre y equivale a unas quattro volte. Volteo la testa y estoy en Bariloche. La espalda rota. Asiento di merda. Dibujate el culo. 7 grados, ni uno piú. Calzado de campera desciendo porto mochila y prendo un bondi urbano. Cielo diáfano y un horizonte fundido al Nahuel Huapi. Me espera el Negro Pablo en su nueva casa y hacia allá voy. Hacia Av. de los Pioneros.
Frente a la piccola estación de ómnibus de S. C. de B. se suele formar una fila de taxis blancoazurros para trasladar turistas. Presto di mattina no llegan a 4 los que esperan. Venía mi 21 y también venía otro auto seguramente a laburar. Frena último. Baja la ventanilla. Entonces, de los pastos crecidos de un rincón que cobijaba a la manada, un enorme mastín marrónatigrado se le acerca moviendo su cola y se produce el saludo más genuino y cariñoso que pueda existir. 27.00. Sí, a Virgen Misionera.
Una fragancia de eucalipto comunica el primer indicio de cercanía. Será cuestión de atravesar un bosquecito de cipreses para arribar al hogar donde me a-guardan.

En un cuadernito de tapa roja que me trajo Edu de regalo a la vuelta de uno de sus viajes por Europa, escribo lo siguiente. Que tiene que ver con lo que tal vez será el suceso del año para algunos, la vida misma para otros.
Un evento deportivo: Virgen Misionera contra Puerto Moreno en un match de fútbol por la Liga de Bariloche y toda la carga de rivalidad que significa.
La casa de mi amigo Pablo no está a más de cien metros de la cancha de Paraíso, nombre oficial del club del barrio cuya curiosa capilla le da identidad.
Paraíso, en su estadio es local en Virgen Misionera frente al equipo del Lago Moreno. Fecha que sirve para dirimir antiguas rencillas vecinales, varias de ellas, hijas de malos entendidos, celos, envidias o adulterios.
Para ese entonces, ya se había producido el miracolo de la Naturaleza: la caña del Colihue se presentaba en su máximo esplendor. Prima del bambú, reverbera, como éste, al sopor de la humedad, con sus piccolas lanzas apuntando al cielo, quizá hacia alguna costilla de un inframundo que desconocemos y, aún así, también, con su poderío latente terrenal, desde donde ejerce una fuerza de atracción salvaje capaz de sorprendernos…y lo hará.

No voy a caer en la literatura de protesta, aportando líneas a relatos estatales y sus libros de quejas. Simplemente mencionar de soslayo, el macabro plan del gobierno para ocultar cierto rito pretelúrico.
Poco les importa la deforestación de bosques nativos, aún menos la depredación de zorros y pumas. Niente importó la invasión de ratas y la epidemia que esa caca desató.
Hubo muertos, postos in cuarentena, preocupación, sufrimiento. Complicidad del Ministerio de Medio Ambiente con el de Seguridad. Cosa volete? Si los pesquisas de la zona venían alertando al taquero local. Se sarpan de ortibas. Infiltrados en las secretas reuniones que ambas barras hacía tempo fa que estaban teniendo para decidir cómo encarar el combate.
Y aquí mi trabajo: soy científico del Conicet, becado, abandonado y adoptado por la generosidad de quien me detesta. Tu cabeza está llena de ratas. La mía también. Por eso, se supone que no me sorprenderé cuando algunos se metamorfoseen en otras cosas por decirlo de cierto modo. Mi tarea consiste en la observación de campo, su posterior informe, una conclusión…si me la piden. Pero qué decir. Non ne capisco niente.
¿Sabrán el resto de los mortales ciudadanos de esta zona de Río Negro que hay paisanos que aún tienen costumbres de otros tiempos?
Una vez me contaron de un equipo de fútbol de un pueblo de Salta que practicaba el vampirismo con el objetivo de incrementar la energía en el rendimiento. Con la complicidad silenciosa de la confianza familiar, este grupo de jóvenes se alimentaba de la sangre de un desafortunado ternero, mediante succión de yugular, hematofagia distraída, antes de la contienda, hecho que repercutía en el desarrollo, notándose un incremento en la ferocidad con que disputaban el balón. Digamos vehemencia para los medios. Dopo il calcio chupaban naranjas.
En esta ocasión los chamanes divulgaron la receta prohibida. Todo tiene precio. Encima está el honor del barrio en el tapete. Ése fruto que enloquece a los roedores se utiliza en infusión. El paisano inoculado sufre deformaciones temporales debido a hinchazones inexplicables, sufre una especie de retroceso evolutivo. En el huinca o su prole genera otra alteración de ADN.
Hecho el menjunje sólo había que esperar el desarrollo de los acontecimientos. Fue un sábado nuvoloso. Svegliamo tempra tutti hasta los gurises. El plan era dar una passegiatta almorzar y luego concurrir con mi amigo al estadio. Lo recomendable era dejar agli bambini, conociendo de antemano el riesgo que implicaba poder presenciar aquél fenómeno. Creo que nos tomamos casi quattro litri di vino.
El juego finalizó con un reñido 2 a 2. “La salida” era el momento que prometía ser clave en la resolución de aquél misterio. Algunos de los combatientes de Virgen Misionera que habían ingerido la pócima no pudieron ya disimular el furor que les despertaba y optaron por salir antes del partido y, no es necesario aclarar, pasaron a ocupar sus puestos de lotta en la emboscada tantas veces dicha, acompañada de juramentos, de amenazas y el momento de la adrenalina. Los guerreros de Puerto Moreno en principio salieron con el resto de la gente, sin embargo, disimuladamente parte de la barra se desvió por una callecita, trotando casi corriendo hasta doblar y reunirse con los más bravos que tampoco habían entrado a la cancha. En ese grupo fue difícil discernir quién estaba bajo el efecto de la caña y quién no. Era una horda primitiva lanzando alaridos de guerra y frases de apoyo para el resto. Somos nosotros, dale dale…
El anochecer del vallecito donde chocaron se tragó la escena con su boca oscura. Se vieron tres fogonazos, alguien disparó un arma hacia arriba. Trompazo a mento un rasodio infido. Impresionaban los golpes, sonaban con un ecco infernale, cuero azotao, cuore asustado y hueso quebrao. Se dieron con tutto. Gli sparano in faccia. Retiraron cuerpos monstruosos con heridas terribles, temibles, hijas de una ferocidad pericolosa. Se ocultó todo. Naides dice nada. En el barrio se rumorea pero viste como todo, todo. Y menos mal que este fenómeno sucede cada tanto, de lo contrario esto sería un spavento. Porque viste, el resto dei giorni non vuela una mosca en esta región.
Decímelo a me, que estoy careta desde que llegué. Hablar de un dobleseda es como tener una chalet en el Cerro Catedral. Porca miseria.
Olvidate, en Bariloche no hay faso.
  
                                                                                                                                 Foto: Fabio Crisanti

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